¿Milenios indiferentes a elecciones?
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Abril 218
¿Milenios
indiferentes a elecciones?
Campanario/Martín
Sánchez Treviño
Una de las expresiones que tanto el
Instituto Nacional Electoral lo mismo que el Instituto Estatal Electoral
tamaulipeco, han obtenido durante los primero ejercicios con jóvenes tamaulipecos
a través de los denominados Conversatorios, es que los jóvenes desconfían de
los políticos. Que pudiera parecer una expresión desplazada, pero lo
interesante, es que sigue vigente en los jóvenes en edad de votar y
potencialmente aptos para el ejercicio democrático y la productividad.
Otro de los fenómenos que han
detectado ambos organismos en sus primeros ensayos es que del padrón electoral
y lista nominal quienes menos ejercitan en el derecho de votar son los jóvenes
entre los 20 y los 29 años, que siguen siendo uno de los retos de los
organismos electorales.
Aunque aún no hay una repuesta a
esta interrogante, se pueden plantear diversos escenarios, como es que las
personas entre los 20 y 29 años tienen otras preocupaciones, como es la carencia
de empleo u ocupación, el futuro inmediato y un proyecto de vida. Y por lo
mismo los procesos electorales estarían ausentes de su tabla valores.
Mientras que los más participativos
son los jóvenes que tienen entre 18 y 19 años, de quien los organismos electorales
consideran que la motivación principal es “la novedad” de ejercer el sufragio
por primera vez.
De igual manera, quienes mayormente
ejercen el derecho de elegir a sus gobernantes y representantes son las
personas que tienen entre los 60 y 69 años de edad. Es decir, quienes tendrían
su vida resuelta, gozan de alguna pensión o participan en alguno de los
programas oficiales que ofertan los gobiernos.
Sin embargo, sigue siendo enigmática la
indiferencia de los jóvenes en una edad productiva como son quienes tienen
entre 20 y 29 años. Que son generaciones que pertenecen a los milenios, ya que
los milenios comprenden entre 1982 y 1984, tiene características propias.
Pero más allá de lo representativo
que pueda resultar la actitud de esas generaciones de votantes. No está por
demás decirlo, que el fenómeno partidista tiene cautivos los intereses de
nación y que jóvenes y adultos participan de la misma historia.
Y aun cuando pareciera que los tiempos
han cambiado porque al menos este año en esta y otras entidades se registraran
las primeras elecciones concurrentes, veamos si después del 1 de Julio, la
sociedad mexicana es capaz de modificar su comportamiento ante los contendientes
y la oferta que estos representan.
O si quienes asisten a las urnas por
primera vez, convierten una práctica en un ejercicio democrático o si se suman
a las 9 generaciones indiferentes ante el acontecimiento electoral. Este es
apenas uno de los desafíos de los organismos electorales, que de factum
cuestionan sus tareas y reclaman nuevas formas de promover la participación
ciudadana.
Habrá que validar también si esas
generaciones de ciudadanos en edad de participar en las urnas tienen confianza en los organismos
electorales y en los partidos acreditados para estar en las contiendas. Que por
cierto, después del “debate” de los presidenciables, dejaron un sinsabor
deprimente en la participación ciudadana.