Los Fugados

Excelsior 


No me gusta decir “se los dije”, pero se los dije. ¿Dónde está Javier Duarte? Pues por allá, en la misma dimensión que Guillermo Padrés. O sea: no sabemos. Sí tenemos claro que ambos mandatarios deberían estar bajo arraigo, al menos, o bajo una vigilancia rigurosa que cuide sus pasos. Aunque en el caso de Padrés, por ejemplo, salga su defensa —a cargo de Antonio Lozano Gracia— para intentar minimizar la ficha roja que emitió la Interpol para su búsqueda, aprehensión y en su caso extradición. Lo cierto es que Padrés es un prófugo de la justicia que no ha asomado la cabeza ni siquiera para defenderse.

Los villanos favoritos de la actualidad están recurriendo a las mañas de quienes antes ocuparon ese lugar. ¿Cuántos políticos han dicho que dejan sus cargos para cooperar en las investigaciones en su contra? ¿Cuántos de ellos en verdad se han puesto voluntariamente a las órdenes de las autoridades sin antes emprender la huida? El último que lo hizo fue José Luis Abarca, el exalcalde de Iguala se esperó un par de días después de los hechos del 26 de septiembre para escapar junto con su esposa. Todavía el muy cínico dio algunas entrevistas en las que declaró que todo no era sino un acontecimiento aislado y sí, sumamente doloroso. Las cosas cambiaron mucho después. México ya no es el mismo desde aquella noche.

Rodrigo Medina se le cuestionó desde antes de que acabara su gobierno. Y huyó. A Andrés Granier lo mismo. A Tomás Yárrington igual. A Óscar Espinosa Villarreal, bueno, a ése hasta se lo perdonaron y declararon nulos sus procesos. De Ángel Aguirre ya de plano ni nos acordamos (ni siquiera por Ayotzinapa o el matrimonio Abarca-Pineda). Y, bueno, Fausto Vallejo, totalmente cosa del pasado. A Mario Marín le atesoramos su frase célebre, pero nada más. Y Moreira, nos acordamos de él porque la justicia española nos obligó a ello hace apenas un par de meses. Podríamos seguir así con la lista larguísima de exgobernadores y/o servidores públicos que se han aprovechado de su poder para engordar su billetera o para encubrir los delitos de alguien más, ¿y qué ha sucedido en esos casos? Absolutamente nada. ¿Y qué hemos aprendido de ellos? Pues menos, ¿o cómo nos explicamos que nadie haya tenido la precaución de acorralar a los investigados con tal de que no huyeran?

Javier Duarte no se cansó de decir que no huiría. Decía que a dónde si apenas tenía un patrimonio. Guillermo Padrés lo mismo. Ninguno de los dos ha dejado de presumir inocencia. O más bien dejaron, porque hoy no sabemos dónde están.

¿Creen ustedes que Duarte y Padrés vayan algún día a comparecer ante la justicia mexicana?, podría ser la pregunta indicada. No tenemos elementos para responder con algo que nos deje satisfechos. ¿Cuál es el caso en donde un exgobernador haya purgado condena justa por sus delitos? Acaso Granier, el #SeñorDeLosZapatos y punto. Pero qué tal cuando la pregunta ya sólo puede ser, ¿creen ustedes que la justicia mexicana siquiera encuentre a Javier Duarte y aGuillermo Padrés? Porque parece que se les esfumaron, así, como por arte de magia.

Miguel Ángel Yunes afirma que Duarte ya se fue, que huyó a bordo de un helicóptero. Hasta ayer en la noche aún no se confirmaba una orden de aprehensión en su contra. De todos modos, qué importa que se le gire una orden judicial si tiene fuero.

Mientras el PRI y el PAN se pelean acusándose quién de ambos es más corrupto, los personajes que provocan este debate estarán disfrutando todo eso que dicen que no tienen. Para el show están los dirigentes de partido y sus respectivos equipos de defensa. Para disfrutar de las bondades de la impunidad, ahí estánDuarteMedinaPadrés. Porque antes de ellos han estado otros tantos más. Y nada pasa. Con razón están todos siempre tan tranquilos, tan campantes, tan corruptos, pues las mañas de antaño siguen protegiendo a los corruptos de ahora, no importa el nido del que vengan. Si se fuga uno, por qué no habrían de fugarse los demás...