La eterna lucha entre el corazón y la razón

21 Junio 2017

La eterna lucha entre el corazón y la razón

Deysi Sánchez

¿Cuántas veces hemos escuchado que no somos dueños de nosotros mismos, y hasta dónde somos capaces de controlarnos?

Es verdad que hemos sido bombardeados con alusiones de que no debemos de ser tan viscerales, que debemos de anteponer siempre la razón, que si analizamos las cosas todo saldrá mejor, pero, ¿cuántos tenemos la capacidad de tener autocontrol?

Si bien sabemos que las mujeres somos reconocidas por nuestra histeria, por ser altamente sensibles y explotar por cosas mínimas en llanto o gritos. Las mujeres somos un volcán de emociones, y no es que los hombres no, pero ellos, ya sea por la educación y cultura que han venido cargando desde décadas, o siglos, es que evitan exponerse de la misma manera que nosotras lo hacemos.

Para la sociedad no está mal visto ver llorar a una mujer, ni verla gritar, es algo socialmente aceptable. Y es que cargamos con la etiqueta de que si somos mujeres estamos locas, así nada más, por ser mujer. ¿Pero en qué consiste esa locura? No, no es que tengamos esquizofrenia, o algún otro mal patológico, en realidad se trata de explotar, así, en irá o en alegría, en vivir nuestras emociones al extremo. Estamos locas por no saber callar, por no tener control.

¿Pero hay algo malo en perder el control? No, no lo creo, es un rasgo que nos hace más humanos, aunque también más vulnerables. Pero no todos nacimos para ser más racionales que sensibles, y es que ser racional está bien. Eso si no llegamos a los extremos. Caer en extremos, sean los que sean, nos pone en situaciones de peligro. Ya sea emocional o en la vida diaria, los extremos nos hacen tambalear y perder el equilibrio, y no todos somos equilibristas. Muchos caen al vacío sin protección y terminan dislocándose los huesos.

En la actualidad hablar de emociones nos abre un gran panorama, nos podemos enfocar en diferentes puntos de fuga, psicológicamente, emocionalmente, medicamente, etc. Ya no estamos tan limitados como a principios del S. XX, ahora podemos ver desde distintas perspectivas los diversos roles, incluso, hemos empezado a cambiar de roles dentro de la sociedad. Pues ya es más común ver como los géneros se van integrando entre ellos mismos, ahora el autocontrol no es exclusivo del sexo masculino, y no es que antes lo fuera, pero ahora hay mayor aceptación, y por lo mismo, las mujeres que se rigen solas y a ellas mismas ya son  y están más expuestas.

En esto también consiste el rol de la mujer independiente, la que se va a abriendo  paso por ella misma, la que no depende de nadie más. Y no es que sea fácil. Pero cada vez hay más mujeres que tienen el control, y sobre todo, el autocontrol.

También cada día es más común ver hombres más sensibles, porque ellos también se han ido despojando de miedos, cada vez se muestran más a sí mismos, y sí, también cambian el rol del neurótico por el histérico. Y está bien, estamos en transgresión, y es a favor de todos. Aunque aún nos quede lidiar con la mayor parte de la sociedad, y lo más importante con nosotros mismos.

Ser histérico no está mal, lo malo es estancarnos, en no lograr el equilibrio. En ser extremistas. En la actualidad no es que sea mejor pensar con la cabeza fría antes que con el corazón, pero en muchos casos es lo más conveniente. No siempre, a veces hay que dejarnos llevar por momentos, por situaciones, por circunstancias, por emociones, y sentirnos más humanos, dejarnos llevar y amar, porque al final de cuentas de qué sirve tener todo lo que sea ha querido si perdemos capacidades, si perdemos deseos.

Logremos un equilibrio, seamos parte del todo, no te aventures al extremo sin red de protección, porque la caída no es dolorosa, lo que en verdad duele es el impacto con el frío suelo.

deysisnhn@gmail.com