La base extraterrestre de Miramar
18 Abril 2017
Sección: Historias de Ultratumba y Paranormal de Tampico
La base extraterrestre de Miramar
Por Vanessa Gutiérrez/Ordenador
Muchos miran el tema con desdén, otros hasta con alegría, sin embargo quienes han perdido seres queridos a manos de los extraterrestres saben de la existencia de la base alienígena frente a la playa de Miramar, y pese al tiempo transcurrido no pierden la esperanza del regreso de sus consanguíneos.
Hace décadas la presencia de seres extraterrestres en la zona de Tampico, particularmente, es cosa común; ya se ven ovnis o platillos voladores en la huasteca o en mar abierto o también surcan los cielos luces con movimientos que un avión o helicópteros no harían.
Cientos de testimonios dan cuenta de ello. Aunque muchos prefieren callar ante el descrédito o el escándalo en el que se podrían ver involucrados. Como aquel de Rosario que me confió hace varios años. Estaba amaneciendo en Tampico. La Luna estaba en el poniente enorme con un color casi rojo anaranjado. Tomó su tableta y estaba a punto de tomar la foto cuando en la pantalla vio parado frente a ella en una pequeña barda un alienígena gris que la miraba fijamente. Ojos almendrados, una piel gris sin mucho brillo, de una estatura pequeña, cabeza enorme que no correspondía a su flácido cuerpo. Gritó al instante y entró a la casa de inmediato. Para cuando amaneció a eso de las 6:45 de la mañana el ente ya no estaba. También el señor Juan Manuel tuvo una experiencia similar pero aún no cree que se haya tratado de extraterrestres. Se encontraba en la playa pescando. Serían las 3 de la mañana. De pronto una luz verde esmeralda cubrió el mar desde su interior. Corrió a refugiarse en su camioneta Ford 76. Sintió temor pero no sabía de qué. Sólo pudo ver algo que emergió y flotó sobre él. Lo vio oscuro porque había poca luz pero sintió el agua que escurrió sobre la unidad. Brillaba. Como si tuviera electricidad. No hubo sonido alguno excepto el agua que le caía como lluvia. Tomó su caña, guardó sus cosas y se fue a la casa. Insiste que no era un platillo volador ni nada parecido.
En muchos lugares del mundo se habla no sólo de bases subterráneas alienígenas, sino de base bajo el mar. Miramar comparte con Perú esa particularidad, ya que en la playa de Chilca al sur de Lima existe evidencia de la existencia de una base extraterrestre en el mar que pudiera tener cientos de años o tal vez miles, como en el caso nuestro a juzgar por las leyendas que se extrajeron de los primeros pobladores de la Huasteca.
La familia Rodríguez que vivió un tiempo en la Barandillas sabe de lo que hablamos. Sus dos hijos salieron una ocasión a la playa con otros seis amigos. Nunca regresaron. Esto pasó a principios de 1972. Investigando unos jornaleros que hacían trabajos cerca les dijeron que del mar salieron una bolas de luz y se posaron encima de los chicos. Enseguida volvieron a sumergirse lo que para ellos parecían dos aparatos plateados muy luminosos. En el lugar sólo quedaron sus pertenencias. Para tratar de ovidar, la familia Rodríguez decidió irse a la Ciudad de México después de unos años. Tienen la firme idea que debajo de esa playa de arena fina se esconde algo siniestro que se llevó a sus familiares para jamás volver a saber de ellos.
A unos cautiva y quizá a otros alegra saber de semejante base alienígena, pero para quienes tuvieron la desfortuna de ver desaparecidos sus amigos o familiares esa base extraterrestre resulta maléfica y peligrosa.