Ellos, los aparecidos


29 Marzo 2017




Sección: Historias de Ultratumba de Tampico


Ellos, los aparecidos


Por Vanessa R. Gutiérrez/Ordenador


En esta ciudad han ocurrido hechos extraordinarios que comúnmente quedan en el olvido al ser equiparados a meros accidentes viales y atropellamientos por la imprudencia de la misma gente.


Carlos estaba realmente nervioso cuando me contó esta historia que le pasó o le había pasado muchas veces sin que él realmente lo asociara a algo venido de ultratumba, justamente porque se mantenía ajeno a ese tipo de cosas como le llamaba. Al ser más sucesivos esos capítulos empezó a razonar si tenía una enfermedad en su mente que le hacía ver cosas que presuntamente otros ignoraban y se mantenían aparte.


Fue en una fiesta de la generación que sus visiones se mostraron tan claras que no hallaba una explicación convincente hasta que otro hombre sentado en un viejo mueble al fondo de la sala donde estaban se le quedó mirando a él y a la otra 'cosa' que también Carlos podía divisar. Los ojos de ambos se ponían fijos. Veían lo mismo.


Con el paso de unos meses Carlos volvió a encontrarse con ese tipo que era amigo de unos compañeros suyos de generación, egresados de Tec Madero de la carrera de Química en 1995, y que supo se llamaba Daniel. Platicaron un poco de temas triviales, hasta que le dijo: "Yo también los veo".


¿Cómo llamarles?, me decía Carlos visiblemente fatigado y estresado; eran unos 'aparecidos', ¡como personas normales!, que así llegaban a la cuadra donde estaba, en la casa de junto, cerca del río Pánuco o la Laguna del Carpintero. Sin decir nada y sin ser llamados por nadie 'ellos' se aparecían y cometían barbaridades contra la gente inerme. Si había una mujer a la orilla de la avenida ¡la empujaban!, y por la fuerza caía de la banqueta para ser arrollada por el camión o el carro del transporte. Así sucedió muchas veces y Carlos fue testigo sin poder hacer nada.


Daniel le dijo que nada se podía hacer. Habían nacido con ese sentido extrasensorial de "ver" lo que otros no podían. Pero Carlos se resistía a quedar impávido sin más que ser espectador. Algo se puede hacer, no pueden los "aparecidos" actuar tan libremente matando gente. Daniel le dio a Carlos una dirección de Monterrey donde hay un grupo de autoayuda para sobrellevar estas apariciones y donde conocería a otros como él con sensibilidad para estas imágenes escalofriantes de ultratumba. 


No lo hizo. Se suicidó.