Apariciones en hospital Naturista

10  Abril 2017

Sección: Historias de Ultratumba de Tampico


Apariciones en el Hospital Naturista

Por Vanessa Gutiérrez/Ordenador

Gabriel, Esther y Saúl jamás habían experimentado temor alguno a la oscuridad hasta que acudieron al derruido Hospital Naturista de Ciudad Madero, y lo que vieron o padecieron los dejó mudos durante décadas.


Este lugar como muchos otros de la zona de Tampico ya fue violado con conjuros y ceremonias de brujería por desadaptados, lo que ha abierto malévolos portales hacia la maldad y seres diabólicos que no son de este mundo.


El trío de amigos con apenas estudios de preparatoria quería "sentir" en carne propia esos episodios que son colgados en el canal de YouTube o forman parte de las series de la Televisión americana.


Sin embargo, la maldad corrupta les aguardaba detrás de los mohosos muros del viejo Hospital Naturista, y quizá estaban ajenos a las presencias malévolas que por ahí merodean sin ataduras en el tiempo y listas para invadir almas sanas pero ignorantes.


Cuando llegaron al maldito inmueble de la playa Miramar venían ellos de una 'party' donde habían ingerido bebidas alcohólicas, por lo tanto estaban más envalentonados y deseaban con mayor obsesión tener un contacto de ultratumba. Lo tuvieron y desearon no haber profanado el terreno satánico. Lamentos, ruidos, podredumbre infernal fue lo que hallaron.


No se mantuvieron juntos, cada quien entraba a tontas y a locas; ojos siniestros los vigilaban, voces inentendibles recorrieron las paredes; la maldad estaba en ciernes.


Esther fue hallada a eso de las 5 de la mañana ese día caminando por el sector de los pinos como 'ida', llevando las ropas manchadas de sangre, pero sin poder dar palabra alguna coherente; sus compañeros aún dentro de la casona diabólica quedaron inconscientes varios días, despertaban a media noche o eso recordaban para volver a perder los sentidos. Una oscura presencia que ellos habían llamado en su rito diabólico los mantenía atrapados, poseídos, sin alma. Este ser y otros más como legión siniestra se daban su festín de ultratumba. Los chicos levitaban, caían, eran arrastrados entre el basurero que hay de pisos y sangraban sus raspones malditos.


Quedaron al punto de la muerte. Tres días después llegaron unos familiares y los rescataron. A Esther tuvieron que hacerle una regresión, que fue terrible porque ese ente malévolo la violaba repetidamente, según rememoraba, y quedaba desmayada en cada intento por descubrir dónde habían estado ella y sus compañeros. Muchos meses, años quizá se requirieron para volverlos a santificar después de la profanación de sus almas, brujos y psicólogos encabezaron esa defensa de la mancillada infernal sufrida. Sus almas estaban libres, pero sus recuerdos siniestros volvían cada noche, en cada tiempo, aferrados a su inconsciente. 


Maldito el momento que buscaron una aventura siniestra, maldita la idea, malditas las pesadillas que cada noche, ya menos, entran por el inconsciente profanado por seres de ultratumba. Maldito el lugar que ya no es de este mundo.