Almas en pena en el “Mirage”

Relato anónimo basado
en un hecho real
Tampico,Tamps.(28 Octubre
2016). Mi historia comienza a fines del año 2014. Yo me desempeñaba como cajera
de Soriana Ejército Mexicano y como era época decembrina, nuestros turnos eran muy agobiantes. Entraba a las 07:00 horas, y sin horario de salida.
Ese día, como no llegó mi
relevo tuve que doblar turno, y salir
hasta las 23: 00 horas, para
entrar de nuevo a las 07:00 del día siguiente.
Así que iba casi arrastrando los pies al
salir por fin de la tienda, cada célula de mi cuerpo pedía un poco de clemencia,
y mis pies entumidos, respondían lentamente a cada paso.
Para colmo, tenía que caminar
hasta la avenida Ayuntamiento, para ver si tenía suerte y que pasara el carro de ruta “Universidad”, de lo contrario tendría de caminar varias
cuadras para llegar a la calle Francisco Nicodemo, muy cerca de mi casa.
La noche estaba como todas las noches de esa
época, fría y solitaria. A pesar de ser
tan tarde, nunca sentía temor, ya que comúnmente veía a personas pasar junto a mí, o lo lejos, como era la
salida de empleados de otras tiendas,
las calles jamás se quedaban sin
gente a esa hora.
Esta ocasión, fue
diferente, estaba completamente
sola, no se veían siluetas, ni cerca, ni lejos. Iba sumida en mis
pensamientos, cuando llegué a Plaza INN, y me paré en la esquina de Av.
Ayuntamiento con Ejército Mexicano, para ver mejor los carros que pasaban, maldije mi suerte por enésima ocasión, al
observar que no había ninguno, ni
siquiera un taxi se veía a los lejos.
No sé, si fue mi cansancio o
mi imaginación, pero comencé a escuchar que me chistaban. No quise
voltear, ni averiguar que era, pensé que
era algún morboso que andaba por ahí,
así que decidí cruzar la calle
para irme a pié a mi casa; Pero entonces
antes de que pudiera dar paso sentí un
escalofrío en todo mi cuerpo, una corriente de aire helada recorrió mi espalda.
Fue algo raro, una
sensación de ser observada, lo que me
hizo voltear, y al hacerlo, sentí un
terror indescriptible, tan intenso que
casi doblo las piernas, me paralicé al ver
que de la puerta de lo que había sido el centro nocturno “Mirage” entre los cuadros de cristales rotos, se
asomaba la cabeza de una mujer, con
ojos perdidos y una cara completamente
pálida. Me veía fijamente y en mi cabeza alcancé a escuchar que me decía: ¡Ayúdame!
Presa
del miedo, me di media la vuelta y salí
corriendo con todas las fuerzas que me
quedan por la avenida Ayuntamiento. Después de un rato y al ver el Oxxo, lo
único que pensé fue en meterme. Asustada y con el corazón saliéndose de mi pecho, me senté en la
banqueta para recobrar el aliento.
Estaba helada,
y pálida. ¿Qué fue aquello?, ¿Por
qué esa muchacha estaba ahí? Y lo más extraño, la puerta estaba cerrada con
cadena y candado. No quise pensar más y seguí caminando rápidamente, el
camino se me hizo corto, y cuando
llegué la plaza de Arteli, me senté en una de las bancas, estaba todo iluminado y había gente en el
lugar.
Tratando
de tranquilizarme encendí un cigarro y
seguí mi camino a casa, al llegar, ya me
esperaba mi mamá, y le conté lo que había visto.
“Fue
un fantasma, alguien que murió ahí, ya vez que mataron a mucha gente en este
lugar, tómate un té, y vete a descansar”, dijo mi mamá, con cierta preocupación
en su rostro.
Sus
palabras hicieron eco en mi cabeza.
¿Fantasma? Yo nunca he creído en eso, pero después de aquél
suceso puedo afirmar que vi algo extraño.
Esa
noche no pude dormir bien, pensaba en la cara de la mujer y en su voz, que decía ¡Ayúdame! No sé si fue entre
sueños, pero escuché que tocaban los
vidrios de mi ventana, me levanté
enseguida y con el alma en un hilo prendí la luz. No había nada, eran mis
nervios.
Fui
al baño para despejarme, me lavé la cara y al apagar la luz, me quedé
paralizada, sin poder hablar o gritar. La joven estaba ahí, afuera de la
ventana, parada, con su rostro
inexpresivo, sus ojos perdidos y el cabello suelto, su mirada triste,
llena de dolor. No puedo decir cuánto
duró el instante, pero así como se
apareció, se fue repentinamente, se desvaneció frente a mis ojos.
Grité y grité con todas mis fuerzas y todos se
despertaron, llegaron corriendo a la habitación y ya no supe más, me desvanecí
cuando mi papá me tomó en sus brazos.
Después
de aquella noche, las cosas para mi fueron diferentes, vivía con miedo,
cualquier sombra se me hacía aterradora.
En el trabajo mi mente jugaba bromas macabras, ya que podía ver a la joven entre las
persona. Como si me viera fijamente.
Ya
no podía regresar sola a mi casa y menos pasar por el “Mirage”. Ese miedo que
habitaba en mí, me envenenaba tanto que dejé de comer y no dormía bien, todo el día
tenía una sensación de pesadez en el cuerpo, y por las noches me sentía vigilada todo el tiempo, dormía con
la luz encendida y despertaba a cada que escuchaba voces.
Lo
peor que pasó esa noche que, agobiada, tan solo llegué y me acosté, en la madrugada sentía que me acariciaban el
pelo; Pensé que era mi mamá, desperté entre las penumbras y vi a alguien
acostado a mi lado. Al abrir los ojos,
sentí un pánico inmenso, cuando vi la
cara de la joven fantasma acostada junto a mí. Pegué un grito de horror, y corrí al cuarto de mi mamá.
Era
terrible todo aquello, me estaba volviendo loca, sentía una desesperación tan
grande que no sabía quién o qué hacer para quitarme eso.
Al
ver la situación mi mamá me llevó con una persona que le habían recomendado,
que curaba de espanto. Después de la
“curación” me dijo que con mucha firmeza: “Mija, tienes un muerto
encima”. -Eso me llenó de terror.-
“Te
lo tienes que quitar, porqué sino vas a decaer, y te enfermarás
gravemente”. Al preguntarle alguna forma
de quitarme esos medos, y el supuesto
“muerto” que tría encima, esta persona
nos recomendó ir con una comadre suya que
hacia esa clase de trabajos. Yo,
aún escéptica, fui con mi mamá y al llegar aquél lugar, la señora se puso
furiosa la verle, lanzó improperios.
Después
de un rato de maldiciones, se calmó y me dijo muy seria: “Discúlpame hija, pero no permito que entren muertos a mi casa”.
Posteriormente y tras un rato de platicar mi experiencia, la
señora nos dijo que quizá la “muertita” no hallaba descanso por
haber muerto de forma violenta. Debíamos
pedir por su alma y mostrarle la luz del camino. La única manera era
hacer unos rezos, por el descanso de su alma, hacer una ofrenda y prenderle una
veladora en el lugar que murió.
Así
que salí de este sitio con una tristeza enorme,
sabía de los acontecimientos funestos que sucedieron en ese lugar. Las
personas que habían muerto y pensé en que quizá alguna de las jóvenes que murieron
seguía atrapadas en ese sitio, buscando salir y descansar en paz. En mi
mente resonaba de nuevo aquella
palabra ¡Ayúdame!
Mi
mamá organizó un rosario por el alma de
la muerta. Después de eso, me dispuse a llevar flores y en encenderle una
veladora a las puertas del “Mirage”,
pensando que con ello me libraría de toda esa situación, pasaron los
días, y las cosas se calmaron, no volví a ver nada, ni a sentir cosas extrañas,
la pesadez de mi cuerpo había desaparecido,
con noches de descanso largas y
mi vida volvió a la normalidad.
Semanas
después de toda aquella pesadilla, era de noche cuando regresaba de CINEMEX,
iba con mis amigas y nos fuimos caminando a mi casa, antes de cruzar la
avenida, comenzamos a bromear acerca del “Mirage” y les conté lo historia que
me había atormentado. Gabriela, una de mis amigas que siempre fue muy atrevida,
y se asomó entre los cristales rotos de la puerta de lo que había sido el
centro nocturno, mientras el resto cruzábamos
la calles. Llevábamos una cuadra de recorrido, cuando notamos que Gabriela faltaba, no venía a
nuestro lado, así que nos regresamos solo para darnos cuenta que estaba a mitad
de la avenida, completamente ida, y muy pálida, caminaba lentamente.
Corrimos
para ayudarle y al sentarse en la
banqueta nos dijo algo que nos dejó heladas.
“Al asomarme, vi a una persona, una mujer con
rostro pálido, y con una herida en el pecho, estaba con la cabeza
agachada, y claramente escuché que decía: ¡Ayúdame! Lo peor, es que, vi que no tenía pies.
Tratamos
de consolarla, pero al igual, estábamos
aterradas. Yo temblorosa de saber que se iba a repetir mi historia, pero no, no
pasó nada, ni sombras, ni sueños. Sin embargo de mi amiga Gabriela no supe más
y al investigar posteriormente, pensando en que talvez corría con la misma
suerte que yo, su mamá solo me comentó que se había dio a Reynosa, a trabajar.
Días después supe que había muerto violentamente en fuego cruzado del crimen organizado. Ella
fue alcanzada por una bala y chocó perdiendo la vida.
Aún
sigo sin comprenden muchas cosas, y quizá nunca lo haga, pero de lo que estoy
segura es que jamás volveré a pasar por
ese lugar: “Mirage”.
Cabe
hacer mención que fue en Abril del 2010,
cuando en el Table Dance “Mirage” se
registró un enfrentamiento entre integrantes de grupos armados, ahí, en ese
sitio murieron aproximadamente siete
personas, entre estas dos mujeres, que
al parecer sus almas no han podido
descansar tras la forma violenta en que
partieron de este mundo.
Escrito adaptado por: Eduardo Liñán.
Agradecemos las facilidades a Gregory Quintero, y “Grupo de Historias y Leyendas Paranormales Tampico, Madero y Altamira”.